Rafael Bordao

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Rafael Bordao, Ph.D. (La Habana Vieja). Poeta, escritor, editor, profesor y exiliado cubano. En octubre de 1962, le faltaba una semana para salir solo de Cuba por la Operación Pedro Pan, pero al desatarse la inquietante Crisis de Octubre, todo se paralizó y cerraron las salidas del país. Se matriculó en la Facultad de Psicología y en la de Artes y Letras de la Universidad de La Habana (1969-70), pero fue expulsado por diversionismo ideológico y borrado de los archivos del estudiantado, a petición de la Seguridad del Estado. En marzo de 1980 fue citado por la Seguridad del Estado (en Villa Marista), para ser entrevistado por un teniente que dijo llamarse, Risquel; éste lo amenazó con ir a la cárcel de 5 a 10 años, de continuar escribiendo en contra de los líderes de la revolución; de regreso a casa fue acompañado por un militar para que le entregara una novela inconclusa y otros manuscritos, esto sólo podían saberlo, por un joven escritor (supuestamente su amigo) con el que se reunía ocasionalmente, para leerse mutuamente lo que cada uno escribía. Estudió por extensión universitaria cursos de Periodismo, Historia de la Literatura, francés y Apreciación de las Artes Plásticas, entre otros. Obtuvo dos Maestrías y un doctorado en el Teachers College de la universidad de Columbia en New York City. Su obra poética ha recibido numerosos premios nacionales e internacionales. Es autor de los poemarios: Proyectura; Acrobacia del abandono; El lenguaje del ausente; El libro de las interferencias; Propinas para la libertad (Primer Premio / Premio Internacional de Poesía «Poeta en Nueva York» 1997; Los descosidos labios del silencio y Los despojos del sueño / The Debris of Dreams. Su poesía ha sido publicada en más de 60 antologías en inglés, español, francés y portugués, y en numerosas revistas literarias de Estados Unidos, Hispanoamérica y Europa.

Su libro de crítica social, La revolución de Castro: Un aborto perfumado, se publicó en Colombia en 1999 al cumplirse 40 años de socialismo en Cuba. En 1998 fue honrado en el Teacher’s College de la Universidad de Columbia de New York, como «Homme de Lettres» (Medalla de plata y Diploma) de la Academia de Arts-Sciences-Lettres de Francia, y ese mismo año fue el ganador del Premio Internacional, “Fernán Esquío”, con sede en Galicia, España. Sus poemas han sido parcialmente traducidos al inglés, francés, italiano, portugués y hebreo.

Su tesis doctoral en Columbia University, La sátira, la ironía y el carnaval literario en Leprosorio (Trilogía Poética) de Reinaldo Arenas, fue seleccionada y publicada en el 2002 por la editorial norteamericana, The Edwin Mellen Press. Fundó y dirigió en Nueva York las revistas literarias internacionales: La Nuez (1988-93) y Sinalefa (2002-2014).
Ha ofrecido talleres de poesía y ha sido invitado a dar conferencias y a leer sus poemas en diferentes universidades, bibliotecas, y en la icónica Biblioteca del Congreso en Washington, D.C. Enseñó Español, Español Conversacional y Cultura y Literatura Hispánica en Columbia University, Saint Peter’s College, Mercy College, Montclair University, y en las escuelas públicas de Nueva York, de donde se jubiló en el 2014. En la actualidad reside en el sur de la Florida. Para comunicarse con él visite:: https://rafaelbordao.com o escríbale a su correo electrónico: edarcas@yahoo.com

POEMAS

Distancia II

En medio de coños y cañas hay una cuba de fábulas,
una nomenclatura envejeciendo
y un esqueleto de efemérides abandonado.
Hoy la lógica prefiere la redondez de un valium
y yo me sentaré a cantar
sobre un cojín de frondas
el tema de mi entelequia:
He crecido como un obelisco a fuerza de ebulliciones,
me vistieron de aniversarios y rubores
y de una condicional monomanía: hastío.
Mi numen de saliva
late con estival trascendencia
y óptimo albedrío,
mis remos carcomidos
por un mineral pletórico e inflamable
me alejaron de un depósito de fimo.
¿Adónde voy ahora con esta voz erecta
hollando ensombrecidos restos
de gargantas sonoras?

Instrucciones para un joven poeta

Da miedo ser poeta; da miedo ser
un hombre consciente del lamento
que exhala cuanto existe.
Gabriel Celaya.

Lo primero que debe hacer
un auténtico poeta,
es lavarse bien la boca
(auto recetarse gárgaras)
y ponerse los zapatos
más estables y oscuros;
luego
echar andar por el planeta
tomando el pulso de cada cosa,
escudriñando toda respiración
auscultando el sonido de las emociones
y llevar siempre consigo una lupa
como el más eficaz amuleto
contra espíritus sospechosos
después
cantar, sí cantar (y no muy alto)
no sea que se ofenda algún pájaro
soñoliento en una rama
y comience a graznar sobre tu cabeza.

[Proyectura, 1986]

Testimonio de un ahogado

A los imperturbables peces
del laguito de Duke University.

Esos peces que no van ni vienen
hipodérmicos de nadar en lo remoto
inexpresivos y circunspectos
de flotar en el cansancio y el disgusto
en el agua que venda sus instantes
¿serán fragmentos de cópulas celestes?

sueñan en silencio comatoso
la ruta diagonal de todos los mortales
rojos de hipo y absortos en el ego
vagabundean por la melancolía del hombre
peces que se abruman
rotulados por la antigüedad del individuo
sordos de gloria y holgazanería
mareados de corazonadas y burbujas

empero
se apoderan del talento silente de la sombra
y se atiborran con fábulas y conmemoraciones
y se envilecen de una sabiduría errátil
tras un brillante salivazo
peces que se asfixian de nostalgia
en los antecedentes.

[Acrobacia del abandono, 1988]

Acrobacia del abandono

Arrojado al silencio
como un ente que nadie reconoce
como una gota incógnita y escurridiza
casi en el borde del ocio
sumido en la hipnosis del idiota
sin hospicio ni hora
rotulado por una incorpórea vergüenza
al aire libre y solo
como un loco o un santo
sentado en la arisca piel del orgullo
Denso d pensar en la ausencia
de arruinar con estremecimientos la mente
destilando la enjundia
el álgebra que subyace en los sueños
asido al hallazgo de la memoria
a la incidencia
al vocablo que vincula
buscando en la periferia un gancho
alguna luz que se derrame
alguna longitud que persevere
al margen de la amnesia
con la cabeza henchida de ocasos y equipajes
sentado con esos dioses
que no saben quienes fueron

mirando a los niños guiando bicicletas
-marciales y equilibristas-
rellenos de velocidades y filamentos

Y desde esa arista observo lo figurativo
lo inalterable
el ojo ajeno
un trazo luctuoso de perspectiva
-emponzoñando la dicha-
absoluto en el éter
anegando la transparencia del parque
la cualidad perenne del abismo

Empero las aves que trascienden en el vuelo
olvidan con su instinto cabal
los anuncios que no entienden
la herejía que borbolla
en el hacinamiento y el llanto
la perspectiva de cansancio
y divulgan su canto esencial
-incurable y olímpico-
su melodía de aire
en la acrobacia sin fin
de mi espíritu.

[Acrobacia del abandono, 1988]

Pájaros insomnes

En el parque de Washington Square
los pájaros no duermen.
¿Cómo podrían dormir estas aves delirantes
estas limosnas de la providencia,
sobre este étnico galope que retumba
hasta en los refugios de la muerte?

Se pasan toda la noche fermentándose
adormecidos en un perenne forcejeo
entre el equilibrio y el árbol,
y causan la atención de los perros
que les ladran su vetusta esperanza,
al verlos que caminan fallidos y mareados
justo en el borde del abismo.

Y no buscan la copa de los árboles
ni el favor del éxtasis en lo último,
ni se protegen tras las ramas
para proyectar el canto
o esconderse de la gente,
sino que luego de inhalar el humo
-esas sobras que tiran los excesivos-
se lanzan inobedientes hacia el pavimento
a caminar entre el prójimo doliente,

mirando con nostalgia una miga de pan
que contrapesa un fondillo de luz
allí donde el tamaño de los hombres es un estorbo;
mirando la colilla de un cigarro sin aliento
que ha estampado su aura amarillenta
en el tranquilo corazón de un papel;
mirando con lástima de pájaro
el inquietante egoísmo del tiempo,
que aumenta la ceniza y el polvo,
la esperanza y la flecha;
absortos y descorazonados
entre la petulancia de los hombres.

[Acrobacia del abandono, 1988]

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