Estos tres títulos me llegan de mano de su autor, el poeta dominicano Amable Mejía, cuya generosidad agradezco. Amable Mejía es un amigo entrañable desde los comienzos de los años ochenta, generación a la que pertenece, junto a otros notables poetas que suelo recordar, releer y reconocer. Con el paso del tiempo nuestra amistad se ha consolidado, gracias a su gran alma y a su paciencia para conmigo. Se caracteriza por ser una mente brillante y un poeta significativamente excepcional.



No es una gratuidad la escritura poética en ningún caso cuando se trata de poetas de incuestionable laboriosidad y prestigio. El prestigio no se lo ha construido en un día, le ha tomado años de lecturas, ferviente pasión por la poesía y pensador polémico, de un humor sagaz. Amable Mejía, además de gran poeta, se ha convertido en un sólido novelista, cuentista y fino articulista.
Una palabra ha caracterizado la poesía de Amable Mejía: atención. La suya es una poesía atenta, lacónica y lúdica. Atenta porque no se desconecta de su propósito de producir belleza y porque es fidedigna a una búsqueda de la constancia necesaria para trascender sus límites existenciales y expresivos.
Otra palabra que le hace justicia a su poesía es la presencia de la significación. La forma de su lenguaje es desenvuelta, apretada a las exigencias de su carácter. Como dije, lacónico y lúdico.
En la brevedad de sus enunciados, hay un germen natural que podríamos llamar narrativo, pero no lo llamaremos así para evitar confusión. La palabra exacta sería elipsoidal, porque se basa en la idea de una elipsis para distinguir el valor de su función.
El libro titulado Brevedad, se compone de poemas breves, algunos híper breves. En unas pocas palabras el poeta nos sugiere miles de cosas en un instante que se prolonga de aliento en aliento.
Esta capacidad de concentración es muy meritoria, digna de tomarse en cuenta. A esa cualidad esencial de su lenguaje añadimos la capacidad de observación lúdica, el juego psicológico de sus imágenes, algunas de aparente sencillez, pero dotadas de una profundidad inesperada. Son poemas que deleitan al lector, obligándolo a leer de nuevo cada poema.
Su otro libro, Infancia de la poesía, es igualmente un libro breve, de poemas breves, hechos con delicadeza, buena elección de términos, sonoridad y elegancia formal.

Por último, tenemos El libro inevitable. Este poemario se comporta como un solo poema fragmentado, en prosa, cada parte constituye una o varias reflexiones de increíble integridad formal. Las reflexiones giran en torno a la existencia humana, sus deseos y esperanzas, sus posibilidades, miedos y miserias. El amor se vincula a la esperanza y al dolor, sin olvidar el placer como efecto de miles causas. En estos tres libros no falta el factor irónico, una de las mejores cualidades de la sapiencia lírico-trágica del poeta y amigo, Amable Mejía.
18 de agosto de 2025
15 poemas de Amable Mejía
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