En noviembre del año pasado, tuve la suerte de recibir un ejemplar de Mar de sargazos, poemario de la poetisa puertorriqueña Giselle Duchesne Winter, publicado por Letralia y FB Libros. No tardé en leerlo. Sin embargo, hoy lo he vuelto a leer. Pienso que uno debe leer los libros que escriben y publican sus amigos, pues no hay mejor modo de agradecimiento que la cortesía y el detalle. Cortesía y detalle suenan insuficientes en un mundo marcado por la voracidad intelectual y el apetito desenfrenado de un yo corriendo hacia adelante, tirado por la noria. La cortesía de la que hablo es fe y respeto ante una poesía tomada con pasión y seriedad.
No sé si viene a bien expresarme de ese modo ante una poesía que no es frívola ni simple, que se pregunta cosas que el poeta no puede responder de forma lógica.
Borro todo lo dicho y empiezo de nuevo: En el año 2013, conocí la poesía de Giselle Duchesne Winter, con la publicación en Obsidiana Press de su primer libro “Vértigo en la casa sitiada”, y pude entender parte de su razonamiento y actitud ante el sofocante mundo que todos nosotros compartimos, llegando unos a conciliar con el resto y otros a convivir con la manía de cuestionar los conceptos con los que nos manipulan los constructores de cultura globalizada.
La predilección por la lectura y amor al conocimiento están implícitas en la persona de la poetisa Giselle Duchesne Winter, de ahí que expresarse poéticamente es para ella un ejercicio espiritual e intelectual que amplía su voluntad de ser, su capacidad de actuar mediante el conocimiento, de buscar o reemplazar una palabra, insinuar con arte lo que solo ella puede plasmar en imágenes verbales y giros sorprendentes.
En el año 2015, Obsidiana Press publicó su segundo libro de poemas “La cueva de alambre”, donde las exigencias de perfección se dieron como las de su libro anterior. El concepto de poesía lo establece el motivo que genera la emoción o la sorpresa ante cualquier fenómeno real o imaginario que se le presenta a su autora en un momento u otro como respuesta a las tareas cotidianas de un atentado contra el desinterés general: sus poemas se componen de macizos argumentos centrales formulados como un rompecabezas o un laberinto inexplicable: intentar explicarlo sería anular la aventura hacia lo desconocido.
Dos males hay en el mundo moderno: la vanidad y la avaricia. La vanidad lleva al hombre a enajenarse en una “ciudad sitiada” por los monstruos de sí mismo y genera una violencia fundamental, todos los hilos los controla el ego.
La avaricia es peor, calcina el alma del avaro hasta dejarla seca. Confunde el medio con el fin. Es así que su poesía denuncia y devuelve cada golpe con paradojas y metáforas al mundo peculiar de los otros. Su poesía, evocadora y profunda, no solamente denuncia los males existentes, los exagera con bruscos o leves movimientos como para poder exorcizarlos, o transformarlos en sustancia etérea o bien subordina los juegos del lenguaje a los juegos del amor.
En los poemas contenidos en Mar de sargazos hay una gran variedad de enunciados poéticos que sirven para ilustrar las pasiones principales del hombre y su instinto salvaje por defenderse de sus propios prejuicios y sentimientos.
Digo esto para destacar que se trata de un libro de poemas raros, sin muchos atavíos, sin muchas ganas de instalarse en el gusto del lector de hoy. Es una poesía del futuro, que ha ser leída sin ningún prejuicio. Esta poesía no es para supersticiosos o eruditos con manuales para resolver problemas centrales de la mecánica académica o artística: su estética presenta una estructura puntiaguda, capaz de producir calambres en cualquier cerebro no avisado.
Podría decirse que la suya es una poesía maldita, escrita con severidad y pasión desenfrenada, difícil de encasillar en un sistema suave de espumoso lirismo y vaguedad brutal.
Giselle Duchesne Winter desafía con sus poemas los parámetros del mundo ordinario, pues para ella está claro que la poesía no es un pastel de chocolate. Sus poemas presentan situaciones inesperadas, donde una paradoja se entrecruza con un símil o con un proyectil nuclear.
Todo cuanto he dicho es verificable en cada poema de este libro. Cada poema obedece a un proceso de reconstrucción del equilibrio negado por el lenguaje como reafirmación de la palabra en su contexto.
El contexto se desarrolla en un plano de la realidad que no se alcanza totalmente en un poema, por eso un poema responde con un poema a la realidad poética de un conflicto existencial, siguiendo una relación entre lo lleno y lo vacío. Es como si una micro realidad viniera a suplantarse con otra micro realidad igualmente decisiva. Esto genera un diálogo donde es inagotable el roce de lo absurdo.
La poetisa no escribe siguiendo un esquema: el esquema se construye a sí mismo según la banderilla de la espontaneidad se ajuste al asta. Sus versos no siguen una estructura lineal, rompen el orden de ideas a capricho de la voluntad del cambio: si cambia una palabra el poema ya dice otra cosa, y si no cambia una palabra u otra, el poema sigue diciéndonos más cosas. El detalle radica en la envergadura de la expresión poética. Y la expresión poética la modula un sentimiento de contrastes y de choques de vida o muerte…
Para Octavio Paz, la poesía es “un diálogo a muerte para toda la vida”. Este diálogo por accidentado que pueda parecer crea una poética de ensueño. El primer poema del libro titulado Panteras plantea un problema y una solución al mismo tiempo, todo luce animado por el contraste entre el ser inocente, presa de sí misma, y el ente alternativo que da cierre al poema.
“Estira
lengua de pájaro
que está perdido mi disfraz
en una caravana con garras
que inunda habitaciones
y el sótano de sueños
para saltar
con mis panteras y mis pedazos
conmigo en la jaula
abierta
sin domador.”
Su poema El pájaro suicida inicia con estas palabras:
El recuerdo es impuro
como navajas sin filo
qué hieren sin cortar
En Mar de sargazos, Giselle Duchesne Winter es ella en cada palabra, jugándose la nada por el todo o el todo por el todo. Ella apuesta por una serie de símbolos y situaciones dramáticas del diario vivir.
Yo doy la bienvenida a esta poesía de múltiples rasgos vitales, llena de matices y singulares sentimientos poéticos que evocan lo particular y cotidiano en un contexto de crisis espiritual ante un escenario de incertidumbre y desasosiego en la que el mundo yace sumergido en un mar de sargazos, donde la mínima palabra es un golpe de voz y una esperanza.
16 de agosto de 2025