8 poemas de Amable Mejía

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1

Cortar la rosa en el tiempo de la rosa.

La fruta en el tiempo de la fruta.

El tiempo del agua, el eterno, el de la sed.

Como el tiempo no vuelve a comenzar,

Se conversa lo que se alcanza a ver.

Después de cortada la rosa, el tiempo

Es del agua, el de la fruta, florecer.


2

… Así pues, por medio de una llovizna

Entró la vida a la vida y por la vida el nacimiento,

Y así la llovizna envolvió a todo fruto

Que fue tocado por el agua, piel cósmica al fin…

Así pues, dónde, cuándo ni porqué.

… Así pues, por medio de la alegría de la vida, llueve.

Quién ama lo sabe por sí mismo, luego por el otro,

Y así se hace vida cantada, himno, sinfonía cuando llueve

Del otro lado de la vida, día y noche, planetarios.


3

Quien dijo que existías fue la luz. Tendría sus razones,

como la tiene ahora la lluvia para ocultarlo.

Cuando llovía dijo lo que se debía saber de la existencia,

involucraba los antes y después como si fuera un cuerpo.

Si lo fuera, podría hablarse de profecías y en qué lengua

explicarla en medio de lo antes y después faltantes.

Si donde existes no se puede hablar, hay que pedirle

a la sombra que lo haga bajo sus riesgos,

bajo sus detalles pormenorizados: hubo demasiado

tiempo. Pasó el uno, dos y tres… lloviznaba.

Quien dijo dónde estabas, fue la sombra cuando se habló      

                                                                se de habló soledad.                 

… entonces nadie quiso volver a saber: si es por dolor

el olvido, vano el oro, la plata. El primer día. El último, la noche.

Entonces, bien que se declarara delatora la luz no bien

                                                                           dejó de llover.


4

Agua, ¿Es agua que llueve

sobre la pretendida esperanza náufraga?

Seguro arrastra. Lo inestable envuelve en nada.

Agua, ¿Es agua que llueve en nombre

de la esperanza, con lluvias de estrellas

apátridas? Agua, dibujada sí,

A nombre de ella el llamado…

¿Atroz, humillante? Ella llama, se va y ya.

Agua, ¿Es agua que llueve? Además de la sangre,

el otro misterio, ¿lo sabe? Ella sabe

lo que la tierra, feroz imaginación, desatada

Luz solar, solo el aire, la mirada contiene.

Agua que llueve del cuerpo sideral,

¿Humana huella, ritual con fuego en la memoria?

Agua, ¿Es agua qué llueve no bien es luz solar el aire?

Ver… ¿Es sobre la cabeza de la amada?

Río solar de la noche por el cuerpo.

Sexual el río que lleva y trae… Quien lo dice lo sabe.      


5

De cuarentena el puñado de tierra que recibió la sangre.

Germina la flor que no puede ver el que da muerte

si no cuando recibe como pago la muerte que no imagina.

Eterna cuarentena el cuerpo deseado, al sueño despierta.

Tiene en los ojos lo que da muerte, en la boca el gemido.

De donde sale el que lo sabe cree que con callarlo lo oculta.

El que no lo sabe es víctima de los sueños que envuelven sexo.

Quien sabe que sexo en sueño no es sexo, cuando lo recuerda…

De cuarentena el puñado de tierra que recibió la sangre.

Si vio cuando la flor se deshojó no sabía que se había muerto.


6

Menudas estrellas, hierbas curativas, el agua.

Luces, sombras envueltas en esperanzas, magia.

Fue: toda alegría tiene que ver con el agua, ahora

a la esquina que sigue, la de los cuatro vientos, menuda

la de las estaciones andariegas. Habrá quién entienda,

¿Si no tiene que ver con el agua, no es nada? La huella:

agua sobre agua, el tránsito de verde a maduro, cristales.

Desde donde caes, menudas estrellas, hierbas que no resisten

la luz, la sombra, tal vez los ciclos de la luna, de la semilla.

Aspirar a que nada pasa sea pensar en llover. Así el Caribe:

llover son dos amantes que se besan, cósmicas hierbas,

lunas reguladoras, ¿por el peso del agua caen las estrellas?

¿Los cuerpos se vuelven dos para evitar romperse?

El color causa ceguera momentánea. Nostalgia

hasta si deja de llover y atinar es pensar: si estás y no llueve,

¿Lloverá cuando llegues? Agua que ya llovió, ¿mañana?  


7

Lluvia te llamas y encierras agua. Podrías hablar de los que danzan.

Llueve y cae agua, en tanto en otro cielo afuera proporciona

el conocimiento parecido al de mañana y la mala cara del limón,

contradiciendo al aire caluroso de un verano apócrifo. Llueve 

y lluvia te llamas. Agua con prisa, ¿Calamidades? No tan certero

Son las cantidades si es un solo él que la cuenta y vuelve

                                                                                               y la cuenta.

La alegría del agua deja todo a nivel de locura para ser

exagerada con los desnudos evocativos de las malas

                                                                    caras de las noches solares.

Lluvia te llamas y si respondes al llamado…

                                                                    el que quiere que seas otra

lo hace porque les teme a los relámpagos. Recordarás si un día…

 si tienes que responder, hazlo ahora, es la mala cara del

                                                                                             sol con agua.


8

Cualquiera es aguardar

la vida como quien espera que la lluvia pase.

Como llueve ahora mismo vuelve loco,

y habiendo algo qué hacer, pero no de este tiempo,

llevas a las cuencas de las manos agua

a la cara, sus sombras, al demás parte del cuerpo.

Ríes, al ver tu cara… el agua oculta breve

y certera al que será mañana, ¿Tienes mañana?

Los resultados del agua retenida, las que no puedes

retener, parecen acontecer hacia el mismo espejo,

no así las no caídas, si la esperas.

Sierva de tantos escapes inútiles entre los dedos,

se escapa, volviendo al paraíso. 

Resignación. Pariente de cómo viste el agua

retenida y la risa y toser y pensar que la vida,

cual agua llevas a la cara caerá mañana.


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